Con los Juegos Olímpicos de Invierno de Milán-Cortina 2026 a la vuelta de la esquina, Italia se prepara para una nueva oleada de oportunidades en el sector del alquiler vacacional. Del 6 al 22 de febrero de 2026, los Juegos atraerán a miles de visitantes de todo el mundo, convirtiéndose en un importante motor económico para el sector hotelero.
Un estudio de Deloitte para Airbnb estima que el impacto total podría superar los 154 millones de euros, con más de 33 millones de euros en impuestos locales que beneficiarán a las regiones anfitrionas. Los propietarios que anuncien sus propiedades online podrían ganar una media de unos 2.400 euros durante los Juegos. Por su parte, se espera que los huéspedes gasten una media de 150 euros al día, principalmente en restaurantes, compras, experiencias culturales y entretenimiento.
Es una oportunidad de oro, pero no exenta de desafíos. El mercado italiano de alquileres a corto plazo, con un valor actual de unos 66 000 millones de euros, es altamente competitivo: más de 640 000 propiedades están activas en las principales plataformas, mientras que casi 10 millones de segundas residencias permanecen sin uso.
“Las tarifas en el centro de Milán y Cortina ya están subiendo hasta un 200%, lo que refleja una fuerte demanda”, explica Gianluca Del Mastro, experto del sector y consultor hotelero. “Pero simplemente subir los precios no garantiza ganancias. Quienes improvisan como anfitriones se arriesgan a perder más de lo que ganan. Una estrategia clara, la atención al detalle y el cumplimiento de las normas son esenciales”.
Del Mastro destaca que la calidad del alojamiento y la experiencia del huésped son clave. «A menudo veo apartamentos con muebles descuidados o mal mantenidos. Durante un evento global como los Juegos Olímpicos, es necesario vender una experiencia, no solo una cama».
Las necesidades de los visitantes variarán: los atletas y el personal querrán alojamiento práctico y cercano; los voluntarios y las delegaciones buscarán opciones asequibles y bien conectadas; los turistas internacionales buscarán experiencias auténticas, incluso lejos de las atracciones principales; las familias y los grupos preferirán apartamentos espaciosos y bien equipados; y los huéspedes más jóvenes, en particular la Generación Z y los Millennials, se sentirán atraídos por lugares icónicos como Cortina.
La competencia será global. Las principales plataformas ya están preparando servicios premium y ofertas competitivas que podrían suponer un reto para los propietarios más pequeños. «La flexibilidad, los registros personalizados y una atención esmerada a la hospitalidad pueden marcar la diferencia», añade Del Mastro. «Los anfitriones que fidelizan a los huéspedes internacionales durante los Juegos pueden sentar unas bases sólidas para el futuro. Un huésped satisfecho volverá y se convertirá en un embajador de la propiedad».
Los riesgos persisten. La normativa fiscal y municipal sobre alquileres vacacionales exige el estricto cumplimiento de las tasas turísticas, las licencias y las normas de construcción. Ignorar estas normas puede conllevar multas cuantiosas y reducir drásticamente las ganancias. Los costes ocultos (limpieza, mantenimiento, gestión de proveedores y atención al cliente) también pueden afectar los márgenes.
En resumen, los Juegos Olímpicos de 2026 ofrecen una oportunidad económica extraordinaria , pero solo para quienes los gestionen con profesionalismo. «Un anfitrión bien preparado y estratégico puede convertir el evento en un trampolín para un negocio duradero», concluye Del Mastro. «Quienes improvisan se arriesgan a ver cómo sus ganancias se desvanecen».